El cantante puertorriqueño, en el primero de los tres recitales que brindará en el estadio porteño Movistar Arena junto a una orquesta sinfónica, demostró que su propuesta excede y burla los aparentes formatos estilísticos para instaurar un disfrute colectivo
Ricky Martín demostró en la noche del lunes, en el inicio de la serie de tres recitales con orquesta sinfónica en el estadio porteño Movistar Arena colmado de fanáticas, que su propuesta excede y burla los aparentes formatos estilísticos para, como siempre y cada vez, instaurar un goce colectivo.
Figura popular y carismática que saltó hace mucho tiempo las barreras de la escena latina para devenir en celebridad pop planetaria, el ex Menudo se sumó a la experiencia sinfónica en torno a su música a partir de julio pasado cuando cantó en el Hollywood Bowl junto a la Filarmónica de Los Ángeles bajo la batuta del venezolano Gustavo Dudamel.
Tras unas pocas presentaciones más –entre ellas un par en Bogotá, Colombia- el intérprete aterrizó en Buenos Aires para ponerse al frente de una modalidad que no pudo escapar a otras del mismo cuño que procuran forzar el cruce entre dos modalidades de distinto carácter.
Si bien es saludable sostener que la música es una sola y no es necesaria convención previa alguna para su disfrute, la intersección del mundo pop-latino con el dispositivo sinfónico suele exhibir crudamente las distancias de procedimiento que cada estilo conlleva.
Y, como siempre en estos casos, lo orquestal y su impronta quedaron presos del pulso pop original de las canciones que Ricky (en este caso) no quiso perder en pos de crear una suerte de tercer lenguaje sonoro capaz de arriesgarse a una fusión más real y elaborada.
Lejos de estas disquisiciones y al frente de una orquesta de 52 instrumentistas dirigidos por Ezequiel Silberstein y también de los nueve laderos de su banda (David Cabrera en guitarra y dirección musical, Carlos David Pérez en coros, Tony Escapa en batería, Paulo Stargano en percusión, Alberto Menéndez en piano, Pablo de la Bella en bajo, Gustavo Escobar en trompeta, Lester Perez en trombón y Andrés Vicencio en saxo), el puertorriqueño armó una fiesta de 105 minutos de duración.
Tras poco más de dos años y medio de espera (en febrero de 2020 antes de que la pandemia detuviera el mundo llegó al mismo escenario y también a Córdoba con el “Movimiento Tour”), el artista ratificó las pasiones que es capaz de despertar.
Una devoción como la demostrada por las cordobesas Natalia y Belén que viajaron por un día para ser las primeras de una larga fila en el acceso principal del estadio sobre la avenida Corrientes o el más de medio centenar de integrantes del club de fans Tu y Yo (uno de los 20 que existen en Argentina) que casi ocupaban toda la calle Humboldt con sus banderas y remeras con la leyenda Las Fucsias.
Al inicio y apenas pasadas las 21.30, recurrió a clásicos como «Pégate», «Volverás», «Gracias por Pensar» y «La bomba» y enseguida incluyó su último sencillo «Ácido Sabor».
Apoyado además en un encendido dispositivo visual que se solazó con su imagen y que fue capaz de mostrar el dibujo de un corazón sangrante para acompañar «Disparo al corazón», nadie extrañó al Ricky de siempre.
“Pasan los años, pasamos por muchas altas, por muchas bajas, pero ustedes, Argentina, Buenos Aires, siempre con ese amor y ese cariño. Gracias, gracias, gracias”, saludó en un alto de ese primer segmento.
Enseguida y refiriéndose a integrantes de la orquesta pidió “un fuerte aplauso para este talento local, este talento argentino” y sin más develó su juego: “Vinimos a enamorarlos, a bailar, a hacer de todo un poco creo que menos a quitarnos la ropa pero la vamos a pasar bien se los aseguro. Hemos montado este espectáculo y yo sé que va a dejar mucho en las emociones, aquí tienen lo mejor de mí. Disfrútalo Buenos Aires, disfrútalo”, dijo entre gritos y aplausos.
Una combinación de “Vuelo”, “El amor de mi vida” y “Te extraño” dio paso, luego de “Tiburones”, a una lograda versión con protagonismo del chelo de “Asignatura pendiente”.
Pero ese clima intimista que incluyó la vieja balada “Vuelve” se hizo añicos a partir de una seguidilla iniciada con “Livin’ la vida loca” y “Vente pa’ acá” y que cerró con «La copa de la vida», tema que lo consagró en el Mundial de Francia 98 y para el que aquí incluyó envolverse en una bandera argentina, lo que desató otra explosión de los sentidos.
Para el final y a la hora de los bises, el espectáculo se remató con “Tal vez” y “Tu recuerdo”, otras dos piezas capaces de elevar aún más la temperatura emocional de la sofocante noche.
A la propuesta musical de “Ricky Martin Sinfónico” en el Movistar Arena le quedan todavía dos funciones totalmente agotadas, el miércoles próximo y el jueves 1 de diciembre.
En todos los casos y al igual que sucedió en la noche del lunes, el show de apertura estará a cargo del guitarrista, autor y cantante argentino Nahuel Pennisi.
“La invitación para abrir los shows de Ricky Martin me ha emocionado y sorprendido mucho. Estoy muy agradecido por esta posibilidad que me da la música. A Ricky lo admiro desde siempre. Cuando tocaba en la calle Florida, yo interpretaba canciones de él, así que es hermoso poder participar de sus conciertos”, manifestó a través de un comunicado de prensa y antes de un lucido set de una decena de piezas que incluyó “Ser feliz”, “Primavera”, “Princesa” y “Universo paralelo”, entre más.