
El equipo de Almirón venció al de Gago por 3-1 con tantos de Payero, Fernández y Merentiel. Reniero descontó para la Academia. Los dos terminaron con diez hombres.
os goles en una ráfaga, intensidad total. Concentración. Un Boca desconocido por lo voraz, por lo distinto que fue a los últimos Boca, a los de Ibarra, Battaglia y más allá. Advíncula de 7, un Villa bis igualmente incisivo, que vale preguntarse por qué no jugó ahí antes. Un Boca que peleó siempre las divididas, que fue duro para los mano a mano defensivos, equipo corto e intenso, dinámico y hambriento, solidario también. El Boca de Almirón finalmente vio la luz.
Cuando Racing se despegó la lagaña ya iba perdiendo feo. Tarde reaccionó a la posición de Advíncula, menos al rol activo de un rival que lo tomó por sorpresa, a Gago y a los jugadores, que se quedaron en el Boca anterior, el que hacía de la pasividad un culto, el que se quedaba esperando que el rival dijera presente. Y fue todo lo contrario.
Para colmo, Racing hizo todo lo posible para que le convirtieran, como Piovi y un rechazo insólito para regalársela a Payero, y el mismo Piovi para simular una falta de Advíncula que no existió previo al segundo gol. El peruano desbordó, y le dejó el centro servido para Pol, que vacío definió como 9. Y desde ahí, desde el sótano, la Academia tuvo que intentar reconstruirse para primero salir del modo papelón, y luego intentar estar en partido. Tarea difícil…
Gago cambió todo el costado izquierdo como reacción -tardía- a la influencia de Advíncula. Pero no solucionó neutralizó sus propios fantasmas, sus problemas estructurales que lo tienen a la deriva en el torneo.
Racing encontró un golazo sin elaborar nada, pero Boca perdió tres increíbles en los pies de Villa, sobre todo el segundo, en un tomá y hacelo que le puso Merentiel. Si Boca sufrió, si se expuso al empate, fue por torpeza en la definición, pero vale la vocación por tener el colmillo listo para buscar el tercero. Finalmente Merentiel puso las cosas en su lugar cuando el descuento pintaba para sufrir. “Que el domingo tenemos que ganar”, bramó la gente, que reclamó un triunfo en el Monumental mucho antes de festejar el del clásico. Es que Boca no espera por nadie, aun jugando su mejor partido en el torneo siempre pesa más ganar mañana…
