
Durante ese tiempo, Milei tuvo que aprender a negociar y aceptar que puede criticar a la casta, pero no puede prescindir de ella. Mostró flexibilidad e inteligencia, nombró a Guillermo Francos como jefe de Gabinete (lo que significó apartarse del dogmatismo inicial de Federico Sturzenegger de ir por todo o nada) y logró la sanción de la mejor ley posible.
Ahora Milei tiene todas las herramientas para enfrentar enormes desafíos, económicos, financieros y sociales.
Tendrá facultades delegadas para desregular la economía. Podrá avanzar con un enorme número de privatizaciones. Tiene a facultad de llevar adelante la reforma del Estado. Se garantizó la mejora de la recaudación vía reversión de Ganancias, moratoria impositiva y blanqueo de capitales, todo lo cual le permitirá aumentar los ingresos a las arcas del Estado y satisfacer a las provincias vía coparticipación.

En este momento, aún contra toda la oposición, conserva un apoyo popular que supera el 50%, según coinciden todas las encuestas. Y no tiene adversarios políticos de peso a la vista. Un gran éxito político para un economista.
La oposición está hiperfragmentada. El PRO está buscando aún su nueva identidad frente a un Gobierno al que todavía apoya, pero no integra; la UCR está profundamente fracturada, a tal punto que su presidente Martín Lousteau queda en minoría en las votaciones; la Coalición Cívica se separó en Hacemos Coalición Federal y cobró un carácter más testimonial y el kirchnerismo se debate entre distintas tribus y aún no encontró el GPS para configurar un nuevo liderazgo.
A pesar de todas esas enormes ventajas, el presidente Milei tiene por delante una tarea muy compleja.
Logró bajar la inflación, pero aún no atina a sacar al país de la recesión. Todos los días se conocen índices de caída de la producción, de las ventas, de la inversión y del empleo que hacen palidecer cualquier brote verde. Todo ello en un marco de un mercado de consumo deprimido, salarios atrasados y un nivel alto de pobreza. Milei heredó las raíces de todos esos males, que él no generó. Pero el tiempo, después de seis meses de gestión, empieza a exigir algunos resultados más favorables.
Por otro lado, tiene pendiente cerrar una renegociación con el FMI un nuevo programa, un objetivo que lo enfrenta con parte del staff del organismo -reacio a la propuestas del ministro de Economía Luis Caputo-. Y eso significa llegar a un entendimiento sobre el momento oportuno para salir del cepo; el ritmo de la devaluación sin que repercuta en precios; incrementar la acumulación de reservas y empezar a generar un marco económico para atraer inversiones (el marco jurídico ya lo cimentó, con la aprobación del RIGI).