En la misa del Domingo de Pascua, Francisco pidió esperanza para las «regiones atormentadas por conflictos» y recordó a los ancianos y enfermos.
El Papa Francisco celebró este domingo (20), en una Plaza de San Pedro repleta de fieles, la misa del Domingo de Pascua, la fiesta más importante del calendario cristiano, en la que pidió esperanza para las «regiones atormentadas por conflictos» y recordó a los ancianos y enfermos.
«Que la luz de la resurrección ilumine las mentes y los corazones de todos para que crezca la conciencia del llamado a la paz, al perdón y a la reconciliación fraterna», dijo el pontífice argentino de 88 años al final de la misa, antes de impartir la tradicional bendición «Urbi et Orbi» («A la ciudad y al mundo») desde el balcón central de la Basílica de San Pedro.
Francisco evocó en su mensaje las «numerosas regiones atormentadas por conflictos» y pidió «que se abran caminos de paz para las queridas y martirizadas poblaciones de esas regiones». En particular, citó a Ucrania y Gaza, pero también a Siria, Haití, Myanmar, Líbano, Nagorno-Karabaj, Sudán del Sur y la región del Sahel.
El Papa también recordó a «los ancianos y los enfermos, a menudo solos y marginados», y les deseó que «sientan más que nunca la presencia del Señor resucitado, que está a su lado en toda prueba».
Al comienzo de la misa, celebrada bajo un cielo nublado, Francisco pronunció la homilía en la que invitó a los fieles a «correr» y «apresurarse» como las mujeres que fueron a la tumba de Jesús el día de la resurrección, para anunciar la buena nueva.
«Después de haber visto la piedra removida y la tumba vacía, ellas corrieron a anunciar la noticia a los demás. También nosotros, en este día, tenemos que correr, correr para encontrar a Jesús resucitado y dejar que sea él quien nos cambie la vida», insistió el Papa. «Correr llenos de alegría y maravilla para anunciar a todos que Cristo ha resucitado. Él está vivo y es el Señor de la vida».
